El plan de nuestra redención no fue una, reflexión ulterior, formulada después de la caída de Adán. Fue una revelación "del misterio que por tiempos eternos fue guardado en silencio" (Rom. 16: 25, VM). Fue una manifestación de los principios que desde edades eternas habían sido el fundamento del trono de Dios. . . Dios no ordenó que el pecado existiese, sino que vio su existencia, e hizo previsión para hacer frente a la terrible emergencia. Tan grande fue su amor por el mundo, que se comprometió a dar a su Hijo unigénito "para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna" (Juan 3: 16).-DTG 13, 14.
Tan pronto como hubo pecado, se manifestó el Salvador. Cristo sabía que tenía que sufrir, no obstante lo cual llegó a ser el sustituto del hombre. Tan pronto como Adán pecó, el Hijo de Dios se presentó a sí mismo como la garantía de la raza humana, con tanto poder para desviar la condenación pronunciada sobre el pecador como cuando murió en la cruz del Calvario. -SDABCI 1084.
¡Qué amor! ¡Qué asombrosa condescendencia! -!El Rey de gloria propone humillarse a sí mismo para ponerse al nivel de la humanidad caída! -Id. 1085. 24
HIJOS E HIJAS ADOPTIVOS
Efesios 1:5-6
"Habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad, para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado."
Antes de que se pusieran los fundamentos de la tierra se estableció el pacto de que todos los que fueran obedientes, todos los que por medio de la abundante gracia provista llegaran a ser santos en carácter y sin mancha delante de Dios para apropiarse de esa gracia, fueran hijos de Dios.
Lo debemos todo a la gracia, gracia gratuita, gracia soberana. Gracia en el pacto ordenó nuestra adopción. Gracia en el Salvador efectuó nuestra redención, nuestra regeneración y nuestra adopción a la posición de herederos con Cristo